La Columna de los Miércoles

QUE SEA UNA FIESTA

En esta ocasión se me hace muy difícil hablar de algo extra futbolístico. El partido del lunes está todavía muy en caliente y no puedo hacerle vista gorda a él y a lo que se viene el domingo. Pero prefiero detenerme en eso, en el próximo fin de semana, cuando el country se vista de gala para un partido que puede marcar un antes y un después en cada una de las almas albirrojas que lo presencie.

Creo que hablo por todos al afirmar que, desde que el árbitro marco el final del partido en Mendoza, ya todos nos pusimos a pensar en la revancha, en cómo se dará el partido, en cuanta gente traerá el equipo lasherino, en si aparecerá otra vez la mística de las hazañas que tiene esta Gloriosa Institución, etc. Y no es para menos, estamos en una instancia muy complicada del torneo más federal de la República. Pero a lo que voy muchachos, es a que muchas de las respuestas a esas dudas, este domingo más que nunca, están en nuestras manos.

Estoy convencido que no es lo mismo escuchar los gritos de mucha gente a unos 50 metros que tener al más desquiciado de los hinchas rivales gritando y alentando a tan solo 2 pasos, por lo menos a mí, eso me asustaría mas. Ellos no están acostumbrados a la presión cercana de la gente, a enfrentar a la parcialidad adversaria cara a cara, y nosotros debemos hacerles sentir el rigor.

Tenemos que pintar el cielo de rojo, que sientan que se metieron en el mismísimo infierno. Que la entrada del equipo a la cancha sea la más escalofriante de todas, con papeles, humo y bombas. Los bombos y los platillos no pueden parar ni un segundo, tienen que marcar incansablemente el ritmo de nuestra locura. Nuestro aliento tiene que ser ensordecedor desde “mi buen amigo” hasta “viejo y glorioso Argentino”, que nada mas importe, que nuestras gargantas sean un epicentro para que tiemblen los visitantes, saquemos esa pasión albirroja a flor de piel…perdamos el sentido de la razón por 90 minutos.

Esto lo podemos lograr todos juntos, no tiene que existir ni platea ni cordura. Ningún corazón albirrojo nos puede fallar. En fin, si Dios hizo el séptimo día para descansar…avísenle que este domingo no va a poder dormir la siesta.